sábado, 12 de junio de 2010

PARA CELIA, LA HIJA DE MI AMIGA ÄNGELA CAVA Y PARA EL HIJO DE MI AMIGA NURIA

para tí, niña  niña,
porque quiero que sepas
que eres su hija;
eres hija de un ángel
que a la vez es mi amiga
y por eso tu puedes
sentir  la brisa
la brisa de su risa,
la brisa de la risa de tu madre,
su risa cristalina
rozando tu mejilla
porque quiero que sepas
que tu madre es mi amiga
alma amiga  del alma
de esas que aunque esten lejos
y se hablen de vez en cuando
nunca se olvidan
y aqui hay un buen amigo
para lo que querais
lo que necesiteis
en esta corta vida
y lentamente, sin  miedo de tontunas
sin penas y sin prisas
crece tendiendo al dia
tu breve, de momento,
persona maravilla,
y saca dientes blancos
y saca su sonrisa
y entre alegrias y lo mejor del mundo
...muerde cada vez mas fuerte
el tesoro que tienes porque estas con nosotros
y has nacido mecida
en los brazos de tu angel
que a la vez es mi amiga
muerde que esta muy bueno,
muerde fuerte...la vida
y ... nunca te preocupes
que somos unos cuantos
los que tu sueño velan y vigilan.

LA HISTORIA QUE UN PACIENTE NO SE PODÍA CALLAR.
              Aquella tarde había sido bendita, de esas  en las que trabajas sin estrés, en comunicación y sintonía con el personal, una tarde en la que la gente había pagado bien, con sonrisas en los labios incluso y alguno hasta te había felicitado por el resultado de un tratamiento que le había liberado de la molestia o dolor ,  o, simplemente agradeciendo el trato dispensado; lo agradable que puede llegar a ser una bonita tarde cuando todo el universo  se confabula para que la felicidad inunde la vida de todos los que te rodean, incluyéndote a tí.
              Todo lo presagiaba todo. Terminábamos a la hora; el último al que tenía que atender era viejo conocido, un señor de muchos cincuenta, físico más bien anodino,  poco agraciado de altura y decorado con unas gafas de concha no muy gruesas. Pertenecía a uno de esos clanes familiares tan apreciados en cualquier consulta dental tanto por lo numeroso como por lo afable, esos amasijos  de hijos, hermanos, primos y sus respectivos y respectivas que se han ido enviando unos a otros. Lo saludé y sin preámbulo me dijo que lo acababan de operar de  un cáncer  y que venía a verme inmediatamente después de su intervención porque necesitaba retocar la dentadura, mal ajustada, que le había producido una herida por decúbito .
   Cuando alguien te entra, de esa manera, sientes... como si te cayera un jarro de agua helada, desde la coronilla a los pies. Comencé a improvisar, a toda  prisa, unas palabras de ánimo; creo que puedo consolar a gente que sufre y lo intento; pero cuando  sabes  el futuro  negro, no se atina, nada fácilmente, con el mejor discurso.   No me gusta engañar a nadie y menos aún, alimentar falsas esperanzas. De todas formas ese individuo no dejaba traslucir desesperación de ningún tipo,  sino un cierto desasosiego y tampoco negativo,  negro o gris, no, parecía incluso feliz de la vida.
    La  prótesis le hacía daño;  era tan especial ese día que aún recuerdo en qué sitio hubo que recortarle el faldón lingual de la inferior. Es uno de los tratamientos más agradecidos que encontrar se puedan. Se tarda poco, y quedas suficientemente pagado al sentirte responsable directo de la sonrisa de amplia satisfacción,  mezclada con alivio, que se les despliega en la cara, al instante, cuando deja de sentir ese dolor, instantáneamente, teniendo en cuenta que, a tí,  no te ha costado ni tiempo, ni material ,ni, prácticamente, trabajo.
    Me preguntó, porque es verdad que  muchos nunca preguntan lo que te deben, a cuánto ascendían mis honorarios y yo le dije que no se preocupara, agradeciólo con la natural elegancia de  la gente sencilla  y aprovechó para  preguntarme si me podía invitar a un vino en compensación por mi gratuidad en la cafetería de al lado porque le apetecía contarme algo.
    Tengo la suerte de tener la consulta en una urbanización de la periferia de Madrid , de estar a pie de calle y de tener una agradabilísima terraza de una no menos agradable cafetería que se llama RIO, lugar que uso para derivar a los pacientes que tienen que esperar un ratito.  Cuando les llega su turno, simplemente salimos, y les hacemos una indicación, desde lejos, para que se acerquen, porque ya podemos comenzar con ellos. Hacia allí encaminamos nuestros pasos; yo con la curiosidad picada por conocer el motivo de aquella agradable excitación que le sentía bullir por dentro, alegremente,  tomando en cuenta su , en realidad,  preocupante estado de salud
              Comenzó diciendo que él necesitaba contarle a alguien algo, pero que no podía contárselo a cualquier persona, me halagó que confiara en mí, siguió diciendo que yo le parecía alguien abierto de mente en el que se puede confiar y que no le iba a poner mala cara.
              Comenzó por decir que él era gay, que siempre había trabajado como camarero en una discoteca de lujo muy famosa cuando comenzó su andadura, había cumplido años y años en ese trabajo pero que en los últimos y cumpliendo con la inexorable sentencia del tiempo se  había venido cada vez  a menos y, bueno, pues que ya no era lo de antes, como tantos negocios.
              El tenía, según me comenzó a contar, cuarenta años (edad gloriosa) y salía de trabajar una noche a las tantas, cuando encontró a un chico de dieciséis o diecisiete años que dormitaba encima de un banco, mal vestido y con claros síntomas de haberse puesto de cualquier cosa que se hubiera puesto. Se paró a hablar con él, y el chico le contó que  había venido a Madrid desde el Norte, hacía ya unos días, porque se había ido de su casa tras una fuerte discusión con su padre y que no pensaba volver a verlo nunca más, así que…hablando…hablando …, y como veía que aquel joven  se encontraba en un callejón sin salida, le ofreció su hospitalidad y como el  chico  no habría comido decentemente hacía tiempo, porque, evidentemente no tenía con qué, lo  convenció para que aceptara su ofrecimiento y el joven lo acompañó a su casa de buena gana.
              Mi, visiblemente contento, relator, me contó que el susodicho chico tenía previsto estudiar Medicina pero claro, rotas las relaciones con su familia, nadie le iba a costear los estudios. Y entonces él le ofreció su casa, como alojamiento, y el dinero que necesitara, para estudiar, esa carrera, durante el tiempo que hiciese falta. Y comenzó una historia de amor, de las de las novelas reales. Mi paciente me desgranó que ese chico aprendió lo que era la vida, el amor, el cariño, el sexo, a su lado... y que fueron realmente felices...y el susodicho joven creció y estudió y estudió y cuando aprobó por fin el último examen y llegó a la casa con el título en la mano, su compañero, que le sacaba de quince a veinte años, le dijo: “Oye: tu ya eres médico, hasta aquí ha llegado nuestra relación, voy a cambiar de trabajo, de casa y de teléfono, tú tienes que hacer tu vida y descubrir tu propio camino, yo he servido para algo en su momento, pero no quiero ser ningún estorbo, no me busques, por favor” y así, cortó esa historia, haciéndose al lado, con un nudo en la garganta y el corazón apretado, porque, simplemente, pensaba que era mejor, para ese chico, que no siguiera con él...
            Y el tiempo pasó y pasó, y pasaron veintitantos años. A mi compañero de barra le diagnosticaron un cáncer y después de pasar por mil y una salas de hospitales distintos , mil y una citas y mil y una pruebas, le dieron el teléfono de un gran hospital en el que, finalmente,  lo iban a operar.
          Sentado en la última sala de espera, con el alma en vilo, oyó que lo nombraban por los altavoces y a él le dio un vuelco el corazón, comenzó a decirse. !Ay, Ay...!!!, !que me da...que me da que es...mi amigo!, y allí se volvió a encontrar con su amante protegido de hacía tantos años, que al final era precisamente el cirujano que lo iba a operar, y entonces todo fue inmenso, los abrazos, los llantos, la calidez humana, el agradecimiento de una persona madura que, por fin, puede expresarse, la felicidad de encontrar en su consulta de cirugía a la persona que tan bien se portó con él hacía tanto.... El doctor le decía: me voy a casar, tengo un puesto muy importante y dinero para comprar Madrid , tengo una casa de ensueño, te vas a venir a vivir con nosotros, te voy a presentar, ...te voy...!!!
              Con todas las lágrimas del mundo en los ojos, me contó que rechazó la proposición, pero que lo atendieron como si fuera alguien mucho más importante que cualquiera que se os ocurra y que se sentía muy feliz por aquella feliz coincidencia. Yo, sólo puedo decir que me sentía vivamente emocionado con el relato, hasta tal punto que se lo regalé, escrito, a una gran amiga que se casó al día siguiente, diciéndole que cuando me lo contó no lo comprendí, pero que pensaba, realmente, que esa historia era un regalo para mí y seguramente el mejor regalo de boda que yo les podía hacer. 
     
             Cuando me lo contó ya lo habían operado. Sé muy bien que al poco  tiempo murió, pero debe haber sido de la gente que más contenta se haya quedado de haber hecho una buena obra e irse para allá, con una sonrisa de satisfacción en los labios. Espero que desde allí me lea y siga disfrutando. Creo que las almas grandes nunca mueren, y que si existe la felicidad...esa felicidad era la de sus ojos de sentenciado a muerte que brillaban con la misma intensidad que un adolescente que estuviera empezando a beberse   la vida a golosos tragos, como si fuera un buen Vega Sicilia